Pendientes de aros plateados con gancho baño de plata 925 y cuentas de cristal |
El pasado mes de agosto, el arqueólogo Nicholas Reeves creyó escuchar el eco de Nefertiti tras las paredes de la tumba de Tutankamón. A día de hoy, un escaneo de radar sugiere que detrás de esas paredes es posible que existan otras cámaras ocultas. ¿Finalmente descubriremos, ya no el rostro pero sí la osamenta, de la real Nefertiti?
Busto de Nefertiti, Tutmose, c. 1345 a.C. Neues Museum, Berlín |
El tiempo y los científicos lo dirán. Es probable que la tecnología nos muestre un rostro menos idealizado de esta reina. Un rostro más humano y menos divino. Una mujer de verdad. Y mientras tanto, nosotros, nos seguiremos cruzando por las calles con mujeres valientes, luchadoras y poderosas; Nefertitis hermosas -no sólo por fuera, también y sobre todo por dentro-, reinas de ámbar y lapislázuli como la portadora de estos pendientes.
Quizás nuestras Nefertitis no tengan un dios-rey a su lado. Quizás no les escriban poemas como Akenatón a su reina. Quizás, simplemente se sienten felices con compartir sus vidas con hombres -humanos-, que les apoyan y les acompañan.
Reina de las arenas
que a tus pies
se desborda el Nilo.
Amárrame a tus cadenas
que la vida es como es
pero vivo pendiente del hilo
que me alarga las esperas.
Que todo mi reino daría
por esas caderas
y por ese cuello
que es la romería
de mi boca desbocada.
Y deshojaré el velo
que esconde tu mirada
bajo el clamor
de tu cabello al viento
para entre Karnac y Luxor
peregrinar por el amor
y el perfume de tu aliento.
Mi reina, yo te daría
la fuerza de los dioses
el compás de una letanía,
un imán entre la distancia
y los roces,
un perfume en la fragancia
de esta calma enloquecida.
Y por ti perdería la vida
naufragando en tu belleza
y tu calor.
Y tal vez no tenerte sería
mendigar con riquezas
carentes de valor.
Nefertiti, desliz
de una sábana en celo,
corazón de un final feliz
y reina de los mares del cielo.
desempolvan antiguas quimeras
como la decepción y la gloria
y ese carruaje que ojalá no volviera..
Carta de Amenofis IV (Akenatón) a su esposa Nefertiti (traducción del Poema dedicado a Nefertiti, encontrado en Egipto en el año 1830, encontrado en la antítesis de la Piedra Roseta, grabado en mármol, escrito por Akenatón).
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